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Cuando tu empresa depende más de la memoria que de un sistema

  • Foto del escritor: Hector Gmt
    Hector Gmt
  • 15 ago
  • 2 Min. de lectura

Hace unas semanas, conversando con el dueño de una pyme industrial, me soltó una frase que me hizo detener la pluma:

“Aquí todo funciona… siempre y cuando esté fulanito para recordar cómo se hacen las cosas.”

Lo dijo con una mezcla de orgullo y preocupación. Orgullo porque reconocía la experiencia y compromiso de esa persona clave. Preocupación porque sabía, en el fondo, que su operación se sostenía sobre algo tan frágil como invisible: la memoria individual.


Y este no es un caso aislado. En muchas empresas, el “saber hacer” está guardado en la cabeza de unas pocas personas. El maestro de producción que conoce el ajuste exacto para que una máquina rinda mejor, la asistente que tiene el “truco” para que las facturas pasen más rápido, el supervisor que sabe con quién hablar para resolver un reclamo en minutos. Mientras estas personas estén presentes, todo fluye. Pero basta con que falten —por vacaciones, enfermedad o renuncia— para que el engranaje se trabe.


El problema no es la gente, es la falta de un sistema vivo que capture y comparta ese conocimiento. No hablo de manuales de 300 páginas que terminan acumulando polvo en un archivero. Hablo de guías prácticas, visuales y actualizadas, diseñadas para que cualquier miembro del equipo pueda ejecutar correctamente, incluso si el “experto” no está.


Cuando el conocimiento se institucionaliza y se pone al alcance de todos, ocurren tres cosas:

  1. La operación se estabiliza. Ya no hay picos y caídas en el servicio o la producción.

  2. Se gana velocidad de respuesta. No hay que esperar a que regrese el único que sabe.

  3. Se facilita el crecimiento. Entrenar a nuevos colaboradores deja de ser un proceso improvisado y se convierte en una réplica ordenada.


Trabajar “de memoria” puede parecer más rápido, pero en realidad es una trampa silenciosa. Es como construir un edificio sobre arena: se ve sólido, pero cualquier sacudida lo tambalea. Y en un mercado tan exigente, no se puede dejar el futuro de la empresa al azar.


En el Programa de Excelencia Organizacional, ayudamos a las empresas a pasar de un modelo dependiente de personas clave a uno basado en procesos claros, accesibles y sostenibles. El objetivo es que tu negocio funcione bien… siempre, sin importar quién esté a cargo. Porque una empresa que opera con sistemas sólidos es una empresa libre para crecer.

 
 
 

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